Metro 2033 - Dmitry Glukhovsky
Año 2033. Una guerra nuclear ha devastado Moscú, convirtiéndola en una ciudad fantasma cuyos únicos supervivientes se esconden en el antiguo metro. La oscuridad, la pobreza, el odio, la superstición y las ansias de recuperar su antigua humanidad han moldeado una nueva forma de civilización, una sombra de lo que en su día fue. A su vez, tratan de combatir una nueva amenaza que condicionará la vida del joven Artyom, sobre el que recae una responsabilidad que no está seguro de saber manejar.
Novela de ciencia ficción y fantasía postapocalítica escrita por Dmitri Glukhovsky y publicada en 2005. Fue el origen de una saga de videojuegos y libros que, pese a partir del mismo punto, divergen a medida que avanza la historia.
Dmitri Glukhovsky
La historia comienza unos años después de la guerra nuclear, con un niño de dos años cuya madre, en un intento desesperado de salvarlo, se lo entrega a un hombre que acaba criándole en una de las estaciones más pobres y más alejada de las líneas más civilizadas: VDNKh. Es ahí donde Artyom, con poco más de veinte años, recibe a un antiguo compañero de su padre: Hunter. Este reconoce en Artyom a alguien capaz de salvar al metro de su inminente destino, una amenaza de la que todo el mundo habla pero que nadie nunca ha visto: Los Negros (que posteriormente se tradujeron como Oscuros). Le entrega un mensaje antes de partir a una misión que, probablemente suponga su muerte. El joven, sin ningún conocimiento del mundo exterior y sin más indicación que hacer llegar ese mensaje a una estación muy lejana (La Polis), decide partir, cumpliendo los últimos deseos de Hunter. Es aquí donde empieza la verdadera historia y donde nosotros comenzamos a entrever, no solo la parte más oscura de la novela, sino también la situación política del metro de Moscú tras la guerra. Todo ello a través de los ojos de Artyom, con un conocimiento escaso sobre el mundo que le rodea, ya que casi no ha abandonado su estación y que las estaciones más lejanas están prácticamente incomunicadas. Este, a medida que avanza, no solo enfrenta nuevas dificultades, si no que conoce diferentes personas que le servirán de guía a lo largo de su aventura.
De esta manera, vemos el nacimiento y desarrollo de una nueva civilización, desarrollada en el subsuelo de la ciudad por los pocos supervivientes moscovitas tras la guerra nuclear. Cada estación o grupo de estaciones tiene su propia jerarquía y estas se conectan a su vez con otras estaciones a través de los túneles que conforman las líneas. Entre todas las facciones, destacan La Polis (cuyo objetivo principal es tratar de devolver a la humanidad todo aquello que perdió tras la guerra nuclear, a toda costa) y la Línea Roja (principal exponente del comunismo estalinista). Por otro lado, aparecen pequeños vestigios nacionalsocialistas, tres estaciones que se han autoproclamado como IV Reich y que veneran los principios totalitaristas del régimen hitleriano. Por último, destaca La Hansa: una de las facciones más fuertes y más ricas del metro al controlar la línea de circunvalación que, a su vez conecta y comercia con todas las estaciones externas al anillo. A todo esto se le suma un perfecto caldo de cultivo para el desarrollo de sectas, supersticiones y nuevas religiones: la incertidumbre, hambre, miedo y oscuridad.
Poco a poco, a medida que Artyom avanza descubre todas y cada una de estas facciones, los diferentes tipos de gentes que las habitan y sus métodos de supervivencia. Todo ello acompañado de la existencia de un “algo sobrenatural” que embebe los túneles del metro. Nadie sabe decir a ciencia cierta qué es y cada uno le da su propia explicación, dando lugar a múltiples hipótesis e historias acerca del metro, la superficie o la existencia del Metro-2. Sin embargo, por algún motivo, Artyom tiene la capacidad de resistir las anomalías presentes en los túneles. Esto, junto a una suerte innata lo convierten en un héroe perfecto para la tarea que debe desempeñar. Un detalle curioso que introdujo el autor es que, igual que a nosotros nos podría llegar a chirriar la construcción de un héroe y una “senda del héroe” tan obvia, es que el propio Artyom llega a plantearse alguna vez por qué es así, qué le hace especial. Se crea en él un debate interno que mantiene a lo largo de la obra sobre de un destino real que le otorga cierta inmunidad.
Al final, todo esto no es más que un resumen muy leve de un libro que consigue a través de múltiples personajes contar todas las historias necesarias para ambientar y guiar el viaje de Artyom. Hay veces que se hace complicada seguirlo, al final conocer la historia de cada estación lleva su tiempo y, muchas veces, sus nombres difieren con los que vienen en el mapa que hay en la contraportada. Esto dificulta continuar el camino que realiza Artyom desde la VDNKh hasta la Polis. Sin embargo, en los últimos capítulos, la historia toma un ritmo vertiginoso que termina desembocando en un final desgarrador, convirtiendo ese pequeño detalle en algo nimio en comparación con la gran historia narrada por Glukhovsky.